LITERATURA / MAC Y SU CONTRATIEMPO, DE ENRIQUE VILA-MATAS
MAC Y SU CONTRATIEMPO
Enrique Vila-Matas
No es
descubrir nada nuevo decir que Enrique
Vila-Matas (Barcelona, 1948) es una de las voces más originales de la
literatura española actual, que el escritor, enfermo de literatura, escribe una
y otra vez narraciones concéntricas que giran en torno a ella convirtiendo sus
libros en artefactos de metaliteratura. Mac
y su contratiempo podría ser hasta considerado un manual de escritura
dirigido a escritores.
Hay una
excusa narrativa en el libro que le sirve a EVM para montar su artefacto literario. El narrador, Mac, alter ego
nada disimulado del propio EVM, juzga los relatos que un tal Sánchez le pasa,
lo que le sirve para una teorización sobre la naturaleza de la literatura— …en
literatura uno no empieza por tener algo de lo que escribir y entonces escribe
sobre ellos, sino que el proceso de escribir propiamente dicho es el que
permite al autor descubrir lo que quiere decir. — Y el relato —A veces, un comienzo extraordinario perjudica
al resto de un relato, porque siempre acaba ocurriendo que éste no puede estar
todo el rato a la misma altura.
Enrique Vila-Matas, el gran maestro de la
autoficción (Mac es él, y el barrio de El Coyote podría muy bien ser Gracia o
el Guinardó) parece estarlo pasándolo en grande mientras escribe su Mac y su contratiempo, y eso lo contagia al lector. Mac escribe un
libro en forma de diario, en el que anota todo lo que le parece, que es una antinovela
—…mi afán casi constante para que este diario no sea una novela— porque no progresa narrativamente al huir del
planteamiento, nudo y desenlace por caducos. El autor de El mal de Montano habla una y otra vez del hecho literario, del
vicio de escribir y su proceso reiterativo— Apoteosis, por tanto, de
la repetición. Y letra escrita sobre letra escrita, a su vez escrita sobre otra
letra también escrita—, una enfermedad que, en su obsesión
reiterativa, puede conducir el síndrome Jack Torrance, el escritor enloquecido
de El resplandor. —…que me
ha hecho pensar en la más conocida secuencia de El Resplandor, de Stanley
Kubrick, aquella en la que confirmamos el desequilibrio mental de Jack
Torrance. Es un momento de terror metafísico. Wendy se acerca para ver qué está
escribiendo y descubre que su marido ha estado tecleando compulsivamente una
frase hecha en la que se ha encallado y que repite de un modo insistente y
perturbador.
Hay un
cine literario que le marca. El de Jean
Pierre Melville. Y referencias a una película mítica, Le samurái, aquí rebautizada como El silencio de un hombre, porque hay similitudes entre la soledad
del escritor que lo acercan al sicario
que interpreta Alain Delon en ese estilizado film noir. —Y creo que eso se debe a que vi a finales de los años sesenta Le
Samourai, un film de Jean Pierre Melville en el que un asesino a sueldo vive en
la soledad más profunda. — También se asesina
escribiendo, aunque no tenga consecuencias.
Hasta
los pájaros parecen enfermos de literatura, buscan los libros: esa cotorra que
entra en la casa de Mac y queda atrapada en un hueco inaccesible de su ingente
biblioteca y puede causar un desastre si no consigue rescatarla—…ese pobre pájaro
moriría, y sus restos empezarían a descomponerse extendiendo pronto su mal olor
por toda la casa, generando gusanos que se desplegarían por el interior de los
libros y terminarían por devorarlo todo, por engullir la historia entera de la
literatura universal.
Habla
también de lecturas, de las que le gustan más, Bernard Malamud, y menos,
Philip Roth. —Hay ocasiones en
las que no me gusta nada Roth. En cambio, Malamud despertó siempre mis
simpatías de lector. —; de los fracasos literarios,
que también son vitales, que conducen a Ernest
Hemingway hacia el cañón de su escopeta de caza del mismo modo que esa
frase reiterativa y compulsiva conduce a Jack Torrance a la locura en El Resplandor. —Pero un día entero
de trabajo no lo condujo a nada, no le salió ni una frase, sólo fue capaz de
escribir: “Ya no, nunca más”. Hacía tiempo que lo sospechaba y ahora lo
confirmaba. Estaba acabado. Perfumado de alcohol y de la mortal nicotina de su
vida, decidió una mañana despertar a todo el mundo con sus disparos de
divorciado de la vida y de la literatura.
La
crisis está presente en sus frecuentes encuentros con vagabundos que Mac se
encuentra en sus paseos por el barrio de El Coyote. —Decía Pessoa que
unos gobiernan el mundo y otros son el mundo. El vagabundo, al que llamaré
Harpo, pertenecía obviamente a esa segunda sección. —Harpo,
como el hermano Marx, secundario de lujo en su falso diario que EVM va
intercalando en sus páginas. —He hurgado en el bolsillo y he encontrado una moneda de dos euros, que
inmediatamente le he dado. Harpo se la ha quedado en el acto. He vuelto a
hurgar y he notado que me quedaban cinco monedas más pequeñas, se las he pasado
todas de golpe. Pero esta segunda entrega la ha rechazado radicalmente; ha reaccionado
como si yo fuera un vampiro y estuviera mostrándole una ristra de ajos.
El
humor no falta en Mac y su contratiempo,
siempre sutil y de aliento británico que caracteriza al autor y se ha
convertido en seña de identidad de sus libros. Junto a párrafos que son un
verdadero estrambote— Durante muchos años fue para mí un gran enigma que Soteras hubiera
repetido Párvulos
—la querencia por el humor
absurdo se evidencia en varios pasajes del texto como en ese encuentro con un
Boluda, que no es el Boluda, alumno de un colegio religioso que lleva buscando
durante cuarenta años.
No es
baladí el leit motiv del libro sobre
la repetición, ese volver una y otra vez
sobre el mismo texto, trabajando las palabras, que es el oficio de escritor, su
artesanía —…porque a cada momento añoro más corregir con
paciencia como hacía en casa y volver a escribir lo escrito por la mañana,
pasarlo luego al ordenador y después imprimirlo y volverlo a leer en papel y
volver a corregirlo en el folio y más tarde de nuevo en el ordenador, donde en
esa etapa de la corrección me sentía ya como un pianista ante el piano: fiel a
la partitura, pero con libertad para interpretarla.
Mac y su contratiempo es el libro más literario de
ese mago de las palabras que es EVM.
Trescientas páginas que deslumbran y parecen dirigidas a sus colegas, a los
escritores más que a los lectores, y contienen un sinfín de confesiones
personales. —…hay cuentos que se introducen en nuestras vidas y prosiguen su camino
confundiéndose con ellas.
— Vida y literatura se funden y
confunden en Enrique Vila-Matas.
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