CINE / DESIERTO, DE JONÁS CUARÓN
DESIERTO
Jonás Cuarón
Tiene la
sensación el espectador que padre—Alfonso
Cuarón, el director mexicano de Y tu mamá, también y de la exitosa Gravity rodada en el Imperio y con presupuesto multimillonario—e hijo—Jonás Cuarón (México D.F. 1981), cortometrajista
que tiene un largo en su haber: Año Uña—debieron
prever que Donald Trump sería el
próximo presidente de los Estados Unidos cuando rodaron este western fronterizo
que transcurre en los tiempos actuales. De hecho, podían haber dedicado la
película al presidente electo de los Estados Unidos porque seguro que
disfrutaría mucho viéndola y no le costaría mucho ponerse en la piel de uno de
los dos protagonistas.
Los filmes
de cacerías humanas podrían constituir, en sí mismos, un subgénero dentro del
cine. La presa desnuda, dirigida e
interpretada por Cornel Wilde en
1966, hace una eternidad, o Apocalipto,
la aventura maya precolombina de Mel
Gibson podrían ser buenos ejemplos, pero Desierto invierte las tornas y el cazador es un tipo solitario
mientras los cazados actúan como grupo gregario
sobre los que practica el tiro al blanco. Uno contra todos, pero ese uno
fuertemente armado y con la determinación homicida de los socios de la
Asociación Nacional del Rifle.
El
argumento de Desierto lo encontramos
en la prensa, puede estar sacado de la realidad perfectamente. Las fronteras de
los Estados Unidos con México no sólo están blindadas por muros y alambres de
espino, custodiados por los temibles border
patrol, las patrullas policiales que detienen a ilegales, y, en algún caso,
los encierran en sucedáneos de campos de concentración según el capricho del
sheriff local, sino que hay ciudadanos privados que vigilan esa frontera como
si el país fuera de su propiedad. Por si fuera poco, está el desierto que
engulle víctimas a su antojo, con lo que esa frontera sur se convierte en una
de los territorios más letales del planeta.
Moisés (Gael García Bernal) forma parte de un
grupo de ilegales que quiere entrar en Estados Unidos. Las cosas se complican
cuando el vehículo que los lleva se estropea y el coyote, el que guía al grupo, se adentra a pie en el desierto
norteamericano. Sam (Jeffrey Dean Morgan,
actor de The Walkind Dead e imponente
pinta de vaquero), un tipo alcoholizado y solitario que debe arrastrar algún
trauma, se dedica, carabina en mano, a hacer puntería sobre esos mexicanos que
invaden su país.
El western
de Jonás Cuarón se deja ver bien,
porque los escenarios son espectaculares y la cacería humana tiene algún
momento tenso (cuando Moisés, con la ayuda de Adela (Alondra Hidalgo), roba la pickup a Sam, por ejemplo); resuelve bien
las escenas de violencia porque son creíbles (duelen en carne propia los
disparos a bocajarro) y remite al espectador a los escenarios de algún western
clásico—pienso
en El valle del fugitivo, de Abraham Polonsky, interpretado por Robert Redford, y de la más reciente Caza bajo el sol de Jean-Baptiste Leonetti interpretada por Michael Douglas—, pero peca de previsible—el director
no oculta cómo va a acabar esta aventura de la astucia enfrentada a la fuerza
física—y
de maniqueísmo—quizá
nos hubiera gustado saber por qué Sam es un asesino despiadado—. Hay algún
fallo del guion bastante evidente, que
atañe al personaje femenino, pero cuando flojea la historia se impone el
espectacular escenario en el que dos hombres se retan a vida o muerte. Y no hay
que olvidar a ese perro terrorífico, a imagen y semejanza de su amo,
especialista en degollar a sus víctimas a mordiscos, un excelente secundario de
cuatro patas.
Lo más
terrible de Desierto, candidata
mexicana a los Óscar de Hollywood y una loable denuncia social también, es que
esas cosas suceden en la frontera México
/ Estados Unidos porque los asesinos que hacen tiro al blanco contra los
ilegales actúan con total impunidad: nadie va a investigar el asesinato de un
sin papeles porque no existe.
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