SOCIEDAD / ALÉGRAME EL DÍA, CLINT
ALÉGRAME EL
DÍA, CLINT
Cuando hasta figuras
emblemáticas del partido republicano de Estados Unidos se están planteando no
votar a Donald Trump, que reúne en su persona lo más detestable que se puede
encontrar en Estados Unidos (racista, clasista, supremacista, armamentista, y,
además, magnate de pésimo gusto que tiene un edificio infame en la Quinta
Avenida de New York), sale Clint Eastwood en su apoyo en una entrevista recientemente
publicada que ha producido sarpullidos entre los seguidores del cineasta que
aún creían que era un mirlo blanco.
A nadie que conozca al ex alcalde
de localidad californiana de Carmel, el ultraconservador Clint Eastwood, le
puede parecer extraño que apoye al impresentable candidato norteamericano a la
Casa Blanca (más de uno se estará preguntando si Donald Trump no es un
submarino de Hillary Clinton para obtener ésta una victoria rutilante) y que lo
haga con ese lenguaje (tacha a la generación actual de nenazas de los políticamente correcto) que emplea el vaquero del
spaguetti western para reafirmarse en su apoyo al tipo del peluquín rubio y
féminas recauchutadas 90/60/90. Sus admiradores se sienten decepcionados con
sus opiniones que les descuadran con su talento cinematográfico.
Existe una tendencia a confundir
al artista con su obra, cuando la obra es mucho más importante y es la que
acaba trascendiendo, no el artista. Las opiniones políticas de Jorge Luis Borges
eran tan detestables (escribió un poema glosando la guerra de Vietnam) como
literariamente excelsos eran sus textos. La ideología fascista de Louis-Ferdinand
Celine en nada desmerece la valía literaria de Viaje al fin de la noche. El fascismo militante de otro lenguaraz
escritor, James Ellroy, no impide que se le reconozca como uno de los mejores
autores de novela negra. Nos gustan las películas de John Ford al margen de su
glorificación de la milicia norteamericana.
Admiro a Clint Eastwood, no
por sus interpretaciones (siempre me ha parecido un actor limitado que no ha evolucionado
mucho desde los westerns de Sergio Leone que le dio la alternativa
cinematográfica en Almería), sino por su talento como realizador que ha estado
siempre relacionado con la calidad de los buenos guiones que han caído en sus
manos (ningún guion de Eastwood ha generado una buena película, lo que es
sintomático). Clint Eastwood es autor de unas pocas obras maestras (Bird, Million Dollar Baby y Mystic River) y de un sinfín de
mediocridades, como es el caso de John Huston al que interpretó en Cazador blanco, corazón negro, y el Clint
de carne y hueso está mucho más cerca de su personaje de Harry el Sucio, el que
aplica la justicia por su mano ante una sociedad de nenazas (que electrocuta y
envía a la cámara de gas a inocentes y culpables) que del edulcorado fotógrafo
de Los puentes de Madison County.
Clint se acerca al personaje
de Gran Torino, que detesta a los
coreanos, aunque luego cambie de opinión, o al que glorifica a un personaje
deleznable como el héroe americano de El
francotirador, un cazador de humanos que lo mismo dispara contra una mujer
que contra un niño para defender a los suyos.
Ante sus exabruptos, más
corrosivos y contundentes, más inflamados de fascismo según Clint Eastwood va
cumpliendo años, echo mano de una frase genial de la escritora canadiense
Margaret Atwood: Interesarse por un
escritor porque nos gustan sus libros es como interesarse por un pato porque
nos gusta el foiegras.
Me gusta tu hígado, Clint,
pero alégrame el día y cállate.
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