CINE

A PROPÓSITO DE LOS COEN
JOSÉ LUIS MUÑOZ en TARÁNTULA

A propósito de los Coen. Joel y Ethan Coen

            Curiosa la última película de los hermanos Coen, los imaginativos y bien avenidos hermanos judíos cuya producción corre pareja en número con la de Woody Allen, pero que, al contrario del neoyorquino hipocondriaco, procuran hacer, cada vez que se ponen tras la cámara, una película que nada tenga que ver con la anterior, y así, del western de ese remake que fue Valor de ley, se van ahora al mundo del folk, siguiendo la pista de un músico desencantado, carente de garra comercial y gafe, Lewyn Davis (Oscar Isaac), al que nada parece salirle a derechas en buena parte por su actitud ante la vida. Cantante de bar, separado de un colega con el que, en su momento hizo algún que otro bolo, mal considerado por sus parejas, que tienen hacia él más reproches que alabanzas, y okupa de los sofás de las casas de sus amigos, puesto que no tiene casa en donde caerse muerto, Lewyn Davis bascula por un mundo hostil en el que nunca se siente cómodo y lo rechaza su alucinante viaje al gélido Chicago compartiendo coche con el músico de jazz Roland Turner (un John Goodman pasado de vueltas), una especie de cortometraje dentro de la película que se convierte en uno de los mejores tramos del film, es prueba de ello con ese primer plano de los calcetines goteando agua de nieve en la barra de un bar o su posterior y frustrante entrevista con el magnate discográfico Bud Grossman (F. Murray Abraham) siga leyendo en TARÁNTULA

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